Capítulo 188
Capítulo 188
ATRACCIÓN PELIGROSA. CAPÍTULO 37. Un hombre de palabra
Seis horas. Las más largas en la vida de Nahia. Seis horas pasaron mientras los médicos peleaban con todas sus fuerzas para salvar la mano de Aaron. Nadie emitía en un solo sonido, nadie se había atrevido a discutirle aquel matrimonio con Aaron o su decisión de que le salvaran la vida por encima de la mano.
Finalmente, en medio de la tarde más fría de diciembre, el médico salió y le puso una mano en el hombro a la muchacha.
-Va a sobrevivir -le aseguró, y ella no necesitó que le dijera el resto. Se cubrió el rostro con las manos y lloró desesperada, aliviada porque sabía que lo había salvado, pero segura de que a partir de ese momento su vida cambiaría para siempre.
Mantuvieron a Aaron en la unidad de cuidados intensivos de postoperatorio por varias horas, hasta que se aseguraron de que todo estaría bien, y luego lo trasladaron a su habitación.
Largas horas volvieron a pasar, esperando a que por fin abriera los ojos, pero cuando lo hizo ni siquiera miró a su familia. Sus ojos fueron directamente a su brazo izquierdo… y a todo lo que faltaba de él. Había una venda ajustada un poco por encima de su antebrazo, y juraba que aún podía sentir sus dedos aunque ya no los tuviera.
Durante un escalofriante minuto la habitación se quedó en silencio mientras todos esperaban a que reaccionara. Estaban aliviados, pero también esperanzados de que él se lo tomara de la mejor manera, después de todo estaba vivo… pero no había una “mejor manera” para un Orlenko, y cuando Nahia trató de acercarse a él lo único que encontró en aquellos ojos oscuros fue un rechazo capaz de romperle el
corazón.
-¡Lárgate! -siseó él y a ella le temblaron los labios.
-No.
-¡Te lo advertí! ¡Dios sabe que te lo advertí, Nahia! -gruñó Aaron mientras las lágrimas corrían por sus mejillas-. ¡No te quiero volver a ver!
-¡Estás vivo! -exclamó ella.
-¡No tenías derecho a tomar esa decisión por mí!
-¡Sí, sí lo tenía porque tú me lo prometiste! ¡Me lo prometiste el día que te casaste conmigo, me prometiste que vivirías por mi! -sollozó ella-. ¡Por mi, no por tu brazo! ¡Solo quiero que estés conmigo! ¡ Lo prometiste! 1
-¡Pues parece que menti! -le gritó él furioso. ¡NO QUIERO VOLVER A VERTE EN MI VIDA! ¡LÁRGATE! – vociferó. (1
Nahia retrocedió asustada mientras entraban varios enfermeros y doctores y él le gritaba toda clases de ofensas que ella no quería escuchar… pero oírlo decir que era el peor error de su vida y que jamás había debido casarse con ella era algo que no sería fácil de borrar de su memoria. 6
-¡Vete! ¡No quiero verte más! ¡Mamá, sácala de aquí! ¡Sácala maldit@ sea! ¡Lárgate!
Nahia se dio la vuelta y salió de aquella habitación porque después de todo, estaba recién operado y no quería ponerlo peor de lo que ya estaba. Caleb salió tras ella y la alcanzó en una de las salas externas.
-Nahia, no puedes escucharlo. Acaban de operarlo, todavía está medio drogado, no sabe lo que está diciendo le dijo para consolarla.
-Lo sé… -murmuró Nahia. Y sé que está dolido, pero cuando todo se le pase… cuando todo se le él va a recapacitar.
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Sin embargo algo en el fondo de su corazón le dijo que no era cierto, y lo confirmó doce horas después, cuando sin un rastro de drogas ni sedantes intentó hablar con él de nuevo.
-No debí seguirte -siseó Aaron con la vista clavada en el techo para no mirarla-. Te seguí desde. Boston… ¡Qué estupidez! ¡Tanto tiempo perdido por una cría que ni siquiera pudo entenderme!
Nahia tragó en seco al escuchar aquellas palabras y los ojos se le llenaron de lágrimas.
-No estás hablando en serio… solo lo dices porque estás dolido…
-¡Da igual! Eso no cambia lo que siento -siseó él-. No quiero volver a verte. Voy a mandarte los malditos papeles del divorcio lo más pronto posible… pero no quiero volver a verte.
-Aaron…
-¡Vete, Nahia! ¡Vete de una maldit@ vez porque nada de lo que digas va a arreglar lo que me hiciste! – espetó y ella se abrazó el cuerpo.
Al menos seguía siendo un hombre de palabra. Le había dicho que iba a odiarla por el resto de su vida y exactamente eso estaba haciendo.
-Mejórate pronto -susurró Nahia con voz rota y se dio la vuelta para salir de allí.
Llegó a la puerta del hospital ahogada en llanto y vio un auto estacionado afuera. Un hombre se apoyaba en él, con las manos en los bolsillos y actitud sombría, y solo abrió los brazos cuando la vio llegar.
Nahia corrió hacia él y lo abrazó rompiendo en un llanto desesperado.
-Hiciste lo correcto -le aseguró Nathan-. Hiciste lo correcto, hija. Ya no depende de ti. 6
La ayudó a subirse al auto e hizo lo que cualquier padre debía hacer, consolarla, recoger aquellos
pedazos y tratar de mantenerlos unidos hasta que ella pudiera seguir por sí sola.
Nahia estuvo llamando a Caleb cada día de los primeros dos meses. La respuesta siempre era la misma. Él no quería saber nada de ella. Estaba mejorando, pero no quería saber nada de ella.
Nahia iba y venía de la universidad, estudiaba, rendía exámenes, existía. El tercer y cuarto mes no fue mejor, pero sus llamadas comenzaron a hacerse más espaciadas, porque muchas veces Caleb ya no le contestaba. 1
El trabajo en Kings Holding Corporation comenzó a hacerse más serio. Nahia peleaba por mantenerse ocupada tanto tiempo como podía, abrió nuevas divisiones, contrató más equipos, se dedicó por completo a estudiar y trabajar mientras expandía desesperadamente aquella compañía, hasta que su nombre empezó a resonar en toda Europa como una de las líderes empresariales más prometedoras de su generación.
Pero medio año después Aaron seguía sin querer saber de ella y ya prácticamente nadie de la familia Orlenko contestaba sus llamadas, ni siquiera Diana.
-Tienes que dejarlo ir.
Eso era lo que menos quería escuchar Nahia, pero sabía que en el fondo su madre tenía razón.
-No me digas eso, sabes que no puedo…
-Si puedes. Todas podemos -sentenció Meli-. Y sabes que hablo desde la experiencia, porque a mí también me tocó dejar ir a tu padre por mucho tiempo.
-¡Es que no es justo, mamá! -sollozó ella con impotencia y Meli le limpió aquellas lágrimas con el dorso de los dedos.
-La vida no es justa, hija, pero hay que vivirla. Yo daría mis dos brazos por evitarte cualquier sufrimiento,
si él no pudo dar uno solo por quedarse contigo, por vivir una vida a tu lado, entonces no te merece sentenció con firmeza-. Vas a superar esto porque tienes una familia que te ama. Y vas a sequir adelante porque así eres tú, eres una guerrera, pero además eres una mujer con el corazón en paz. Lo salvaste, aun si él no puede verlo, tú lo salvaste, y todo lo que logre en su vida te lo deberá a ti. Pero tienes que dejarlo ir. (s
Nahia pasó saliva y trató de limpiarse la cara con un gesto torpe.
-¿Cómo se supone que haga eso? -murmuró.
-No lo sé, pero creo que siempre hay algo que marca un antes y un después, algo que te hace aceptar las cosas como vienen y soltar… a ti también te llegará
Y si Nahia no estaba segura de eso, menos de dos semanas después, cuando le anunciaron la visita de aquella mujer y la vio entrar por la puerta de su despacho en el grupo KHC, ni siquiera supo cómo
reaccionar.
-Nina… -murmuró y la mujer alargó la mano para saludarla-. Nahia miró aquel gesto por un segundo y luego la estrechó-. ¿Cómo está Aaron? -fue su primera pregunta y vio a Nina asentir.
-Mejor. Él y su hermano han estado trabajando en una prótesis especial… no me preguntes porque es algo raro de tecnología… pero lo van a operar para ponersela en una semana, y según dicen los dos, ahora será un ciborg… o lo que sea que sea eso. 1
Nahia trató de esbozar una sonrisa pero realmente no pudo.
-Me alegro de que esté bien.
-Si… incluso ha estado entrenando, Caleb le aseguró que con el brazo ese de ciencia ficción podrá volver a las peleas… eso lo tiene entusiasmado -dijo Nina y a Nahia se le encogió el corazón.
-Ya veo.
El silencio se hizo incómodo por algunos segundos y luego la mujer frente a ella se adelantó.
-De verdad siento tener que verte en estas circunstancias, pero Aaron me mandó para resolver esto – dijo Nina entregándole un sobre y Nahia ni siquiera tenía que abrirlo para saber qué venía ahí.
Sus ojos se humedecjeron pero se aguantó las lágrimas.
-¿Los papeles del divorcio? -preguntó y la vio asentir.
-Lamento que las cosas hayan resultado así. Aaron no sabe manejar muy bien la frustración, y después de todo era su decis…
-Eso es basura -murmuró Nahia interrumpiéndola y se quedaron mirándose largamente a los ojos-. Eso es pura basura y tú lo sabes. Que se muriera no era una opción; no importa cómo, yo no iba a dejar que eso pasara. Y tú en el fondo estás aliviada porque fui yo la que tomó esa decisión.
-Yo decidí respetarlo…
-Mentira. Una madre solo haría algo así si es una maldit@ cobarde y tú no lo eres. Pero sabías que yo no iba a ceder. Pudiste detenerme en cualquier momento, si alguien hubiera podido detenerme eras tú, pero no lo hiciste porque también lo querías vivo… solo preferiste que me odiara a mí, eso es todo - siseó Nahia. No eres una cobarde, eres una egoísta. 11
Nina apretó los labios y respiró profundo.
-Si te hubiera respaldado, Aaron nos hubiera perdido a las dos -le dijo.
-Sí, la diferencia es que a ti iba a perdonarte de cualquier manera, porque eres su madre, pero a mí no – sentenció Nahia sacando aquellos papeles del sobre.
Las cláusulas eran claras: divorcio, bienes separados, cada uno con lo suyo y un adiós. Nahia se secó aquellas lágrimas que le corrían por las mejillas y firmó el papel con un gesto firme. Lo metió de nuevo en el sobre y se lo devolvió a Nina.
-Espero de corazón que Aaron tenga una buena vida, si tuviera que hacerlo todo de nuevo, haría exactamente lo mismo -declaró-. Pero este es el momento en que tú me das las gracias, porque un hijo divorciado es mejor que un hijo muerto, y luego te largas de mi maldit@ empresa -gruñó con firmeza-. Así que “de nada“, Nina, y ahora lárgate de mi maldit@ empresa.